Soy Ana, asesora de lactancia y madre de dos.
Después de la segunda noche, la noche de las vacas locas, mi primera hija me dejó los pezones al borde del abandono de la lactancia materna. Pensé durante el embarazo que si somos mamíferas sería capaz de amamantar a mi bebé sin problema, pero no fue así. Al fin y al cabo somos mamíferas sí, pero racionales viviendo en una sociedad organizada en torno a la productividad saliendo de la era del biberón como símbolo de un falso feminismo.
Me costó una semana de muchas lágrimas y una pena profunda, la soledad, la falta de tribu y de referentes que estuviesen amamantando, no ayudaba. Pleno julio, agosto sin grupos de lactancia ni postparto... En fin, os podéis imaginar. Como os decía al principio, yo también imaginaba que la lactancia materna iba a ser algo instintivo, algo que iba a saber hacer de forma natural pero no, no fue así. Y no es así porque la lactancia es un fenómeno biocultural que hemos perdido, vivimos en núcleos pequeños en los que no vemos a mujeres amamantar constantemente y con naturalidad.
Aún y eso mi primera lactancia duró algo más de tres años, y aunque no fue siempre maravillosa, hice todo aquello que decidí.
Decidí formarme para que ninguna mujer pase por lo que pasé en mi primera lactancia. Elijo actualizarme cada año para que todas las familias tengan el acompañamiento que merecen.