Para muchas familias esta será la primera navidad.
Ahora tenemos saturación de información sobre como celebrar estas fiestas, que contarles a los niños, cuantos regalos hacerles o como sobrellevar esas reuniones familiares que tanto disgustan a muchos. Os diré que está muy bien controlar el tema de los regalos o explicarles que Papá Noel o los Reyes no son más que tradiciones, pero lo que está mejor es disfrutar de la ilusión.
Cantar los villancicos, ver las luces, alucinar viendo como flipan con cualquier cosa relacionada con la navidad. Para nosotras son ya las terceras navidades. Las primeras fueron bastante sobrias ya que la peque tenía cinco meses y no se enteraba de nada, las de 2020 fueron bastante más sobrias que las anteriores, ya sabéis COVID y tal, pero estas… Estas lo estamos dando todo. Todos los días al llegar a casa del cole se sorprende viendo el árbol que lleva días montado y grita: ¡Es navidad! Cuando ve las luces abre muchísimo los ojos y cuando observa la decoración navideña de la calle vuelve a gritar que es navidad.
Cuando ve algo envuelto dice: ¡Es mi sorpresa! y cuando juega en casa trae bolsitas o cajitas diciendo que son sorpresas para mamá o para papá. También sabe perfectamente que en navidad vamos a ir a casa de los abuelos, que viven lejos, y que en navidad tenemos que darle de comer al Tió (una tradición catalana). Y yo lo disfruto, lo disfruto muchísimo, porque cada día que pasa es algo nuevo.
Así que disfrutad, disfrutad mucho. Tarde o temprano acabará pasando, crecerán y aunque el espíritu navideño es algo «no obligatorio» en la crianza, es muy bonito guardar estos recuerdos. Cuando nos queramos dar cuenta ellos ya participarán activamente o incluso no serán grandes amantes de estas fiestas.

En conclusión, disfrutad de todas aquellas primeras veces, que durante la infancia se pueden repetir, de esa ilusión que les brilla en los ojos, de esas preguntas repetitivas, o esos aplausos espontáneos que aparecen para gestionar toda esa emoción acumulada.
Y para acabar, también os recuerdo que guardéis ratos para la calma, para actividades más tranquilas. A veces los estímulos de estas fechas trastocan un poco el ritmo de los peques y nos pueden jugar malas pasadas. Buscad la forma de respetar las ventanas de sueño, las siestas o las necesidades de ratitos tranquilos, aunque se que es difícil y muchas familias no lo acaban de entender y encajar, en los primeros años de nuestros peques, que somos nosotros los que nos tenemos que adaptar a los más pequeños.
Nadie mejor que vosotros sabe lo que necesitan vuestros hijos, no dudéis nunca en anteponer su bienestar y sus necesidades.
¡Feliz Navidad!